En Japón, se desechan más de 6 millones de toneladas de alimentos cada año y hay 20 millones de personas que viven en la pobreza; no obstante, la población es reticente a aceptar asistencia alimentaria. Retribuir a la sociedad (ongaeshi) es un profundo valor japonés e, incluso en casos de desastres naturales, es habitual que las comunidades rechacen ofrecimientos de asistencia. Marugohan (círculo + alimento) aborda esta clara contradicción al crear un círculo virtuoso de recibir asistencia y, al mismo tiempo, retribuir a la sociedad. Desde el año 2000, han desarrollado una red de seguridad alimentaria que utiliza el excedente para cubrir necesidades insatisfechas.